Download Ebook El hombre que yo quiero (Spanish Edition), by Alisa Valdes-Rodriguez
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El hombre que yo quiero (Spanish Edition), by Alisa Valdes-Rodriguez
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Ubicado en Miami, la historia de seis mujeres muy diferentes-- incluyendo la dueña de un nightclub de glam, su hermana gordita que todavía vive con sus padres, una madre soltera y devota, y una estrella muy sexy y despiadada-- y sus relaciones distintas con un hombre muy carismático.
- Sales Rank: #3608671 in Books
- Published on: 2006-04-18
- Released on: 2006-04-18
- Original language: English
- Number of items: 1
- Dimensions: 9.00" h x .89" w x 6.00" l, .98 pounds
- Binding: Paperback
- 400 pages
- ISBN13: 9780312353711
- Condition: New
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From the Back Cover
Una estimulante novela sobre seis mujeres y sus relaciones con un hombre muy carismático...
Ricky Biscayne es un sexy cantante latino que ha llegado a la cima de las listas de éxito y ha arrasado con el mundo de la musica pop como si fuera una tormenta. Tambien ha sido una tormenta en las vidas y sueños de las mujeres que orbitan a su alrededor:
--Milán, la nueva publicista de Ricky, superinteligente, gordita y muy consentida por sus padres.
--Génova, la hermana de Milán, delgada y chic como no es lo Milán; la aperture de su Club G promete ser un suceso sensacional e Miami.
--Jasminka, la Hermosa modelo Serbia y esposa de Ricky, que finalmente comerá un poquito ahora que está embarazada.
--Irene, una mujer bombero cuyo romance con Ricky duranto la seundaria fue el ultimo amor de su vida, trata de lograr una existencia para ella y su hija Sophia.
--Sophia, quien está comenzando a sospechar que ella y Ricky Biscayne se parecen un poquito.
--Jill Sanchez, una estrella Latina come-hombres, maniática con los medios de comunicación; su carrera ha ido desde CD hasta perfume, ropa y cine.
Sexy, romántica y llena de noches de diversion par alas chicas, con escenas del medio de la música, clubes y modelos de Miami, la novella El hombre que yo quiero es una ficción irresistible de una de las voces más originales de los Estados Unidos.
About the Author
Alisa Valdés-Rodriguez es una galardonada periodista de medios impresos y de emission, y escritora de Los Angeles Times y The Boston Globe. En 2005, la revista Time la nombró como una de los veinticinco hispanos más influyentes. Ella vive en Albuquerque, New Mexico.
Excerpt. © Reprinted by permission. All rights reserved.
Chapter One
Jueves, 7 de febrero
Bienvenidos a mi cuarto amarillo y lleno de adornos. Infantil e inmaduro. Con ositos de peluche. Y no sólo de peluche, sino esa clase de Ositos Tiernos para regalos. Una vergüenza, ya lo sé. ¿No es patético tener veinticuatro años y seguir viviendo con tu madre, tu padre y hasta tus abuelos? ¿No es patético que todavía siga aquí, en esta casa de ladrillos blancos, en Coral Gables, cerca de Blue Road y Alhambra Circle, durmiendo en esta cama doble que una vez tuviera dosel, con las tontas pantuflas de patitos que cuelgan de mis pies regordetes, una bata de felpa rosada ceñida a la cintura, y mi cabello castaño y grasiento recogido en dos coletas medio mustias y tristes?
—Realmente patético.
Sí, bueno, gracias. Ésa que habla es mi hermana Génova, que se halla en el umbral de la puerta con una divertida expresión de superioridad en el rostro. Lleva bajo el brazo, como si se tratara de una pelota de fútbol, a su yorkie Belle. La perra jadea, haciendo que el lacito rojo entre sus orejas suba y baje como la cresta de un gallo nervioso. No soy precisamente una persona amante de los perros. No hay nada peor que ese aliento podrido y cálido que puedo oler desde aquí. Desde aquí. Detesto a esa perra y detesto a Génova.
Ya saben de quién les hablo: Génova, mi hermana de treinta años: alta, delgada y exitosa. La que parece una Penélope Cruz, algo más trigueña y algo más bonita. La que mide 5`8` de estatura y tiene una maestría de Harvard—lo opuesto a esta servidora que mide 5`3` y sólo tiene una licenciatura de la Universidad de Miami. La que tiene un grupo de amigas tan perfectas como ella y no le faltan hombres a los que llama sus "juguetes sexuales". Ésa, cuyo cuerpo felino y largas piernas transforman cualquier par de jeans en una obra de arte. La que me ha robado exactamente tres novios en los últimos diez años, durante los cuales sólo tuve cuatro, aunque ella asegura que no fue su culpa que me dejaran por ella. Más bien dijo que la culpa era mía por no ocuparme más de mi apariencia, mis ropas, mis estudios, mi trabajo y mi vida; y que luego trató de comportarse como si me hubiera hecho un favor al ofrecerme consejos de belleza y asesoramiento laboral. Esa misma. Ella.
Génova acaba de entrar a mi dormitorio sin golpear, vestida con sus ropas de "trabajo": un blusón de seda negra y tirantes finos que haría que cualquier otra mujer pareciera tener seis meses de embarazo; pero que, combinado con unos jeans estrechos, un bronceado resplandeciente y unas sandalias negras, hacen que parezca una orgullosa princesa española de piernas largas. Su largo cabello negro, retorcido en un moño apretado, deja al descubierto el pequeño, aunque intimidante tatuaje de un dragón sobre su omóplato izquierdo. También tiene un pañuelo negro y blanco enrollado en la cabeza. Cualquier otra persona que llevara un pañuelo de ese modo se parecería a la nana de Tía Jemima. ¿Pero Génova? Parece una dama de alcurnia.
No la miro a los ojos. Ya se imaginarán. Con ella es mejor no dárselas de lista, ni cosa que se parezca. Trato de mostrarme distraída y despreocupada. Tecleo en mi computadora portátil VAIO, que he acomodado entre mis dos paliduchas piernas. La tecla "n" se ha desteñido después de tantas jornadas inútiles en Internet, que incluyen comentarios en blogs ajenos, conversaciones en tiempo real y perfiles falsos sobre mi persona en portales individuales, sólo para ver qué tipo de respuestas recibo en diferentes ciudades. Pretendo ignorar que con ese calificativo de "patético", Génova se ha referido a mi inepta persona, al estado de mis cabellos, de mi cuerpo, de mis ropas, de mi cama y de mi cuarto.
Siento su mirada de desaprobación al contemplar mi bata.
—¿Desde cuándo tienes esa cosa, Milán? ¡Dios! Recuerdo que ya andabas con ella cuando me fui a Harvard.
Génova siempre menciona Harvard y las Torres Portofino donde hace poco se compró un apartamento. Le encanta usar nombrecitos. Descuelga el teléfono de mi tocador.
—¿Un teléfono en forma de gatito, Milán? Patético.
La ignoro para concentrarme en la computadora. Ella deja en el suelo a ese demonio de Belle y se sienta en la cama junto a mí para curiosear. Aparto la pantalla. Escucho los acostumbrados arañazos y olfateos de Belle bajo mi cama. ¿Qué habrá encontrado allí? Puedo oler el perfume de Génova, almizclado y oscuro. Una cosa cara y muy adulta. Soy consciente de que, tras un largo día de trabajo en Overtown como publicista de laxantes para la compañía "farmacéutica" de mi tío (mejor ni pregunten), apesto a cabra, aunque hace tanto tiempo que no huelo uno de esos animales que no puedo estar segura. La última vez fue en un zoológico infantil en Kendall, cuando tenía diez años. Hoy he tratado de disfrazar mi olor a cabra con esencia Sunflowers que había conseguido a buen precio en Ross, porque me sentía demasiado perezosa para tomar una ducha.
—¿Qué haces?—pregunta Génova, estirando el cuello para mirar la pantalla.
Que conste que mi hermana no entraría ni muerta a Ross ni a ninguna otra tienda que tuviera como lema "vista con menos dinero". Eso, para Génova, sería traicionar la propia esencia del vestir.
—Trato de organizar un sitio para chatear.
Frunzo el ceño ante la pantalla para fingirme más lista y decidida de lo que soy, para fingir que las críticas de Génova no significan nada para mí, para fingir que soy feliz en este cuarto, en esta casa, en mi vida.
—¿Ustedes tienen ahora conexión inalámbrica?
—Sí—digo.
Fui yo quien instaló el sistema, pero dejé que mi padre creyera que él lo había hecho. Mis padres piensan que soy una jovencita cubana apacible y consciente de mis deberes, sólo porque me he quedado a vivir en esta casa donde hago tareas como limpiar el trasero de mi abuela (demasiado rígida por su artritis) y doblar las camisetas de mi padre (su cromosoma Y le impide realizar tareas domésticas). Para nuestros padres cubanos en el exilio, y para otros miles como ellos en el sur de la Florida, las chicas como yo—llenitas, solteras, ignoradas— se quedan en casa hasta que se casan (en el mejor de los casos) o se retiran a un convento (en el peor). Sin embargo, Génova y yo sabemos la verdad sobre mí. No soy respetuosa, ni tradicional. Ni siquiera soy virgen (pero no se lo digan a mis padres, por favor). Antes bien, soy una holgazana de pura cepa. Algún día de estos, cuando me decida, haré algo.
Otras cosas que necesitan saber sobre mí. Podría ser bonita según los cánones habituales, pero como vivo en Miami, una ciudad donde lo bonito debe ser recortado, embutido y liposuccionado en algo uniforme y sumiso para ser considerado como tal, soy simplemente común. Tengo un rostro muy blanco, agradable y redondo, con pecas. La gente me detiene para pedirme direcciones. Me han dicho que parezco "cordial", pero en realidad soy egoísta y rebelde.
Génova levanta un pie y hace rotar su sandalia de tiras, provocando el crujido
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My sexy y chistoso
By Rosa D. Castillo
Me encanto este libro. Alisa es bien chistosa. Da razon al dicho que uno no puede juzgar a nadie por como luce por fuera.
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